La OMS, en su informe sobre la Realidad de la Salud Mental en el Mundo, publicado en el año 2001, señaló que una de cada cuatro familias tiene un enfermo mental. Ello representa el 36 % de la población con algún tipo de trastorno mental. Este aspecto es muy importante tener en cuenta por la familia para defender los derechos humanos de los pacientes.
Tiene que entender la familia que ellos solos no podrán resolver el problema mental de su paciente y lo exponen a un grave deterioro progresivo debido a que no cuenta con recursos para el tratamiento oportuno y continuado, menos con los medicamentos más adecuados, y peor aún , tomando en cuenta que estos problemas son crónicos, que ,muchos pacientes van a necesitar medicina para toda su vida. Por otro lado, se sabe que , por ello se da un proceso de rodamiento social de la misma familia, ya que los pocos recursos de las familias se invierte en el paciente y muchos de sus otros miembros se ven privados de estudios, de una buena alimentación etc, y con ello van a perder en su desarrollo social.
Es importante tener presente que una persona con discapacidad mental debe ser evaluada de manera integral, de modo que se vea tanto su salud mental como también la física y así mismo su nivel educativo, de instrucción, y su situación laboral. Los pacientes se quedan abandonados, sin mayor desarrollo laboral, social, en general humano y ello se ve como parte del problema de la enfermedad, lo cual no es cierto debido a que los trastornos mentales no van asociados a temas sociales , lo cual demuestra que estos trastornos tienen una base, esencialmente social, debido a que el paciente se deteriora por factores sociales, por falta de apoyo de la sociedad.
Es por ello importante que la familia entienda el gran poder social que las familias de las personas con discapacidad mental tienen. Se trata de 36% de la población, lo cual implica una gran cantidad de votantes , de personas activas, de poder laboral, intelectual, y se llega incluso a tener todo un mercado cautivo que puede vender productos entre ellos. Este poder social se puede aplicar en cada distrito, en ese sentido se ejercerá en cada distrito, y para ello deben de organizarse. No hay otra forma de sacar adelante a un paciente, solos la familia no puede y juntos van a lograrlo, van a crear un poder enorme , con mucha fuerza, capacidad de negociación política, y lograr tener control social , poder en el mismo municipio para que les den las atenciones que sus familiares requieres, y llegar a que las Omapeds, se dediquen a trabajar para ellos y en beneficio de la sociedad.
La tarea de una asociación de familiares, es muy noble, es muy humana, ya que los familiares van a servir a la sociedad, van a ayudar a que otros prevengan enfermedades, y que se logre promoción en salud mental, logrando que la gente saque todo su potencial humano y personal y alcance mayor desarrollo en beneficio de la sociedad.
Lo que hay que hacer es ir a las Omapeds distritales y que los organicen en la asociación , que convoquen a reuniones para ir forjando su institución que va a ser el motor que impulse el desarrollo del programa de salud mental distrital.
Los familiares tienen que pensar en el futuro de sus pacientes, que sepan y se preocupen por lo que va a ser de ellos en su futuro y este depende de lo que se haga para ellos desde que se inicia la enfermedad. La municipalidad es la institución democrática que pertenece a todos los vecinos y entre ellos los que tienen problemas de salud mental. Tenemos que lograr que la salud mental se imponga, se empodere en la sociedad y ello dependerá de lo que hagan los familiares de los pacientes.
Los invitamos a organizarse y ello solo puede hacerse en cada distrito, porque ellos son los espacios más indicados para cumplir todo el programa de salud mental y para ello la asociación debe ver como organismo aglutinador, al municipio.
Solo los familiares de pacientes son los que van a poder permitir que la salud mental sea una realidad en cada distrito, es una gran responsabilidad y ello es una tarea común, que tiene una meta común y para un beneficio común, nada menos que para un familiar al que tenemos la obligación de servir para que vivan algo de felicidad, a lo que tienen derecho.
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