viernes, 11 de mayo de 2012

Soy un perrito Pug. 10. Visita a Plaza Vea

        En mi visita al Veterinario dijo que , si bien es cierto que, por que todavía no tenía defensas, por faltarme vacunas , recién tenía 3 meses y la última sería a los 4, el tema asociado , y contradictorio era la necesidad de socializarme. Para no contagiarme no debería salir mucho, no tener contacto con otros perros y no caminar en la calle , menos sobre pasto, en los parques , ni meter mi nariz en huercos de árboles , arbustos , etc. Pero también era necesario socializarme porque si no sería inquieto , nervioso, cuando viera gente extraña , o cuando saliera a la calle y no conociera los ruidos propios de fuera. Para superar esta situación, mi mamá nueva me llevó a las tiendas de artesanía de miraflores y compró una Lliclla, que era una especie de manta que los andinos se ponen al hombre y llevan envueltos a sus hijos menores. Era día sábado y papá y mamá, acostumbraban a ir a Plaza Vea , para comprar los alimentos de la semana, incluyendo mis granos marmóreos. Se puso la Lliclla a la espalda y en ella me metió a mi. Apenas asomaba la cabeza y al ver que yo me movía mucho, me puso delante, en su pecho. Pasamos a la plaza. Había mucha gente. Algunos nos miraban con curiosidad. Ella me hablaba pidiéndome que esté tranquilo . Yo me sentía raro en esas condiciones. Cuando vivía en Chosica vi algunas señoras llevando a sus bebes así, pero nunca pensé que me tocaría que me lleven de igual manera a mi. Caminamos por las estanterías , siguiendo la ruta que siempre hacían ellos. Conversaban sobre mi, como me sentía y de lo que iban comprando y faltaba. Una señora se acercó y le dijo a ella que raza era y luego agregó que era un cachorro muy bonito. SeAlgo raro pasó luego, un vigilante nos comenzó a seguir. Cuando ingresamos a la zona de verduras , se acercó y le dijo a mi mamá que tenía que acompañarla. El le dijo  que no estaba permitido traer perros. Al principio creían que eramos los típicos tenderos que van llevándose cosas entre sus ropas. Como ella llevaba algo , para ellos raro, poco visto dentro de su mercado, creyeron que allí estaba guardando lo que sacaba de los estantes. Al ver la cabeza mía , cambió de parecer y reclamó la improcedencia de que un perro ingrese al supermercado. Ella le dijo que le haga llegar la disposición que prohibía mi presencia. El le dijo que había una ley al respecto. Viendo la situación incómoda, mi papá le dijo que él se llevaría al perrito. Ella se sacó la Lliclla, y la pasó a él. Yo iba envuelto en ella, y seguí igual , en brazos de él , que se encaminó a la escalera eléctrica que nos llevaría al estacionamiento de los carros. Me sentí discriminado. Pensé que era una medida poco humana el que , nos aprecian solo en ciertos lugares, pero en otros no nos dejan ingresar. Se decía que como era un centro de abastecimiento de alimentos , se podían contaminar. Es un chiste, porque a ninguno de los humanos allí presentes vi que le pidieron algún certificado de vacunas o una prueba de que no estaban enfermos , y ¡ que enfermedades que sufren ellos!. Yo si tenía mis vacunas a tiempo , a mis tres meses y no tenía ninguna enfermedad porque recién me llevaron a mi médico que dijo que estaba saludable. Bueno, esa fue una mala experiencia para mi y me dejó mala impresión de los humanos pese a que somos tan fieles a ellos. Por si acaso , yo si me baño, a pesar de mi edad.

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