Había llegado el sábado, pasé la noche del último diciembre . por lo que oí ,era el regalo de navidad del padre . Los hijos festejaban que ya tenía su recompensa por los años de cuidado que les dio a sus dos críos, hoy ya dos hombres que terminaron la universidad con profesiones muy prometedoras. Me sentí halagado de ser considerado tal cosa. Amaneció el domingo y como era frecuente dejaban la cama más tarde que los días corrientes. Yo abandoné la cama del padre y me dirigía a la sala. Tenía urgencia y no me acordaba a donde me dijeron que debía evacuar mi vejiga. Al levantarse él me encontró dejando mi regalo de navidad cerca de la laguna que se había formado con mi pila. El tomó papel y comenzó a limpiar. Ella entró y me cargó en vilo llevándome al baño para que aprendiera que allí tenía que hacer lo que había hecho hoy de manera apresurada. Lo cierto es que en la otra casa dormíamos en el patio , con mi madre, en una caja de madera y el que quería hacer sus necesidades solo salía y lo hacía en el jardín cercano. La miré compungido, y le prometí, en mi mirada, que ya no se repetiría. Tomaron desayuno y yo el mio . Ella dijo que tenían que llevarme al veterinario . Eran las 10 de la mañana. Me pusieron un arnes de colores y salímos de la casa. Llegue al borde de la escalera de loza y fierro y me quedé mirando abajo. Estaba alto y temía resbalarme. Me acerque a ella que era la que llevaba la correa y me cargó. Mi talla aún no me permitía bajar por la escalera. Cruzamos la calle y entramos a una plazuela en la que vi varios perros jugando. Me dio ganas de correr , me recordaron a mis hermanos. Ella me dijo que no , que todavía no podía pisar calle y menos estar cerca de perros grandes. Dijo que tenía solo dos vacunas y que era peligroso porque podían contagiarme. Los otros me miraron algo burlones, me pareció escuchar que decian....miren al bebito en brazos de mamá. Yo los mire de arriba seguro de que pronto los estaría persiguiendo para que jueguen conmigo. Dimos la vuelta , luego de caminar no más de tres cuadras. Ella conocía el consultorio. Tocó el timbre en una puerta de rejas de madera . Más allá estaba la puerta abierta, y en la sala de entrada se veían tres perros , chicos como yo con sus dueñas. Una señorita nos abrió la puerta desde dentro y pasamos. Una enorme gana , sentada en una silla dormía cómodamente. Uno de los pequeños llevaba un bozal. Su dueño le dijo a mi nueva máma que era mordelón. La secretaria salio a nuestro encuentro y me tomó en sus brazos. Yo la besé en la boca, y ella sonrió diciendo...que cariñoso, es lindo. Me sentí alagado y movi la cola como nunca. Salió el doctor. Era un joven . Me acarició, y nos hizo pasar a una sala más chica en la que había una mesa metálica. Cerca un caño abierto dejaba caer agua que la gata tomaba con evidente sed.
La mamá le dijo que venía por mis vacunas. El revisó un papel en el que se anotan las fechas de las vacunas y llamó a una auxilar para que le traiga la que me correspondía. Yo me mantenía parado en la mesa de metal donde me dejaron . Mira que tranquilo...dijo la joven asistente. Es que tiene miedo, dijo la mamá. Yo los miraba diciéndoles ...si no tuvieron miedo a las inyecciones de chicas. Me tomó ella por el lomo y sujetó suavemente mis piernas y el veterinario me hincó. Sentí poco, no fue mucho el dolor. Luego el me dijo...te felicito, te haz comportado como un valiente . Luego comenzó a mencionar mis características físicas de perrito de raza Pug. Bueno...dijo...tiene todo lo de un Pug. Su máscara, es bonita , bien marcada, es lo más importante. Su diamante en la frente. Sus arrugas. La piel arrugada en el cuello y que le sobra. La linea negra que va de la cabeza a la raíz de la cola. También sus orejas triángulares, y dos puntos paralelos en su cara. Su cuerpo bien formado y su talla chica. Su nariz ñata que le dificulta la respiración y un ruido gutural . De rato en rato estornuda sin importarle si lo hace en la cara de alguien. El color de su pelo es típico , albaricoque. Los hay blancos y también negros completos. Me pidió que me sentara y dijo que una característica era que los pugs se sientan con la cadera lateralizada. Recomendó que me limpien la máscara , entre mis arrugas para que no se acumule polvo y se infecte y también el mismo me limpió las orejas. Luego me limpió los ojos con una gasa y agua tibia. Terminada la descripción de mi cuerpo, me pidió que abra mi boca , examinó mis dientes, dijo que todavía no mudaba, y aprovechó para darme unas gotas de una sustancia para desparasitarme. Si me gustó, me lamí mis labios y tomé un poco de agua del caño que tomó la gata gigante. Allí terminó la consulta . Me pusieron en el piso y caminé con ellos a la sala de entrada. Mientras el papá pagaba , vi que entraban unos perros y cada uno , de los tres, subieron por una escalera a un segundo piso. La técnica le dijo a mi nueva mamá que ellos venían de un centro vacacional donde pasaron la semana. Ello es un albergue para los perros que sus dueños viajan o van de paseo por días o más. Mira que interesante , le dijo ella a él , y eso me pareció poco bueno para mi. No me acostumbraría solo. Salimos y esta vez caminé hasta el parque y pasé viendo a mis futuros amigos , con los que todavía no podía relacionarme. Hasta pronto. Regresaría por la cuarta vacuna, al mes.
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