lunes, 15 de septiembre de 2008

la loca constitucion

Novela : La Loca Constitución



Autor: Andrés Zevallos Echeverría


Lima – Perú



2008-08-16








Índice



Dedicatoria



Presentación


El autor





Capitulo I



Las calles están llenas de gente que va y viene . La Avenida Abancay demora en recorrerse por la pista y las veredas de ambos lados. Los ómnibus llenan de gases tóxicos el aire. Son las 9 de la mañana Entre Abancay y Nicolás de Piérola se ubica el edificio del Ministerio de Educación , en épocas que corría ésta historia , los años 80. Hoy está ocupado por oficinas del palacio de justicia. Una larga cola de maestros madrugadores serpentea el gigante de cemento y fierro, con grandes ventanales . Un fuerte olor amoniacal llega desde la calle lateral que lleva al teatro Pardo y Aliaga a espaldas de éste. Frente a él se encuentra el Parque Universitario que lleva en el centro una torre en cuya cima se ubica un famoso reloj que tiene la curiosidad de tocar el himno nacional a medio día. A esas horas , los migrantes andinos ya han copado las calles de los alrededores desplazándose desde el mercado central , bajando por Abancay , volteando hacia Nicolás de Piérola y siguiendo hasta la plaza San Martín , y siguiendo un curso descendente hacia la plaza dos de mayo . Algunos ramales de éste gran río humano se diseminan por otras calles aledañas. Ellos han venido de las alturas de los macizos andinos , dejando sus campos sedientos en busca de la ilusión del progreso que les llega hasta sus poblados por el radio transistor a pilas de algún vecino o propio. Las vivanderas son las más madrugadoras, tienen que preparar el desayuno para cientos de obreros y empleados que hacen escala traídos desde los conos para seguir su diario trajín a sus trabajos en ministerios , o fábricas que se ubican en la carretera central, avenida argentina o colonial y otros hacia el puerto mayor del Callao. Las cocinas a kerosene y los primus lanzan también humo negro al aire , y aguas sucias a las calles de las que se han apoderado convirtiéndolas en un remedo de sus ferias patronales de sus pueblos. En la capital cocinan con productos nuevos, ajenos a ellos acostumbrados a quemar su leña y la muñiga de su ganado que humea más, pero también abriga al cristiano y a los cuyes que se acercan al fogón en las alturas de inviernos bajo cero. Tantas cosas , costumbres y hasta música y lengua , ropa y alimentos han tenido que dejar, igual que sus animalitos domésticos llamados por la postmodernidad. Total desde la presencia de los Viracochas que establecieron su gobierno colonial , la república criolla y la modernidad , hasta la globalización post moderna, neoliberal , ellos solo vienen perdiendo , sobreviviendo , luchando sincréticamente para que no los desaparezcan como a los araucanos e indios de Norteamérica. Lo que se ve es resistencia andina en las calles de las urbes costeras. Alrededor de la torre central en cuya cúspide se observa un reloj regalado a la ciudad que tiene la particularidad de tocar el himno nacional a medio día , se ven unos bultos que van moviéndose y algunas cabezas asoman entre trapos viejos y mal olientes. Unos cuerpos hacen movimientos , desperezándose , mostrando sus figuras desgarbadas de hombres y mujeres . Algunos tienen prisa, levantan sus bultos y toman la calle principal hacia el mercado , otros se pierden rumbo a la avenida Abancay. Los transeúntes se confunden con ellos imperturbables . Una mujer , de largo cabello ensortijado , se sienta alrededor del reloj . De sus bultos saca una cartera y de ella va jalando trabajosamente un libro que permite ver un escudo del país en una tapa de color blanco y rojo como la bandera . Lo abre y lee ....constitución política del Perú .....luego sigue.....artículo uno.....el hombre es el fin supremo del estado ......artículo dos.....toda persona tiene derecho a la vida y la salud , es obligación del estado garantizar el bienestar del ciudadano. Lo ha leído en voz alta, todos los días lo hace como otros que leen la biblia o rezan un ave maría. Cierra bruscamente el libro , se levanta con una energía insospechada y su boca se abre para dejar escapar una carcajada impresionante que se pierde con el ruido matinal. Uno de los que aún duermen , se despierta sorprendido . Saca su cabeza y mira a su alrededor fijándose en la autora del grito ....otra vez la loca constitución. Una mujer le replica inquisidora ¿ que pasa, que pasa? El otro le responde somnoliento ....es la loca de siempre , lee la constitución y se ríe....no deja dormir..luego agrega....ahora seguro va a comenzar su discurso sobre los derechos humanos y la sociedad. .....ya cállala.....y tu también duérmete que hoy no va a venir la batida. Era 28 de julio , la ciudad estaba embanderada . Algunos ponen la bandera colgada de su balcón sin mayor respeto, igual como lo hicieron con la bandera chilena durante la invasión del sureño país que saqueó y pisoteó nuestra cultura . Felizmente que el desfile ya no lo hacen por acá......le dice al varón. La mujer de la constitución , mira a todos lados buscando por donde tomar camino , con sus bultos a cuestas y su morena humanidad privada de razón . El cielo , como siempre mostraba su plomiso fondo dejando caer algunas gotas de rocío que humedecían la ropa y cemento callejero de las pistas y aceras. Finalmente se decidió por la avenida nicolás de Piérola hacia la plaza San Martín. El olor a pescado, huevo , camote , carne de cerdo, fritos , le mueve las tripas . Se acerca a uno de sus vecinas que prepara desayuno para los obreros madrugadores que la mira compasiva , y le dice.....te voy a tirar tu agua sucia y te traigo un balde con agua limpia para que laves tus bajillas y me das algo.......ya anda rápido que estoy muy ocupada. Ya la conocen y saben que ayuda , no arrancha , por lo que le pagan con gusto. Luego sigue su camino algo encorbada por el peso que lleva encima . Rápidamente se encierra en sí misma, cruza las calles de verde sin importarle las bocinas de los carros que hacen esfuerzos por no atropellarla un chofer le lanza un carajo en plena cara y ella sonríe , como si se tratara de un piropo de antaño. Apenas ha caminado dos a tres cuadras , se siente el peso del bulto en su edad y descarnadas extremidades. Se sienta al borde del sardinel , cerca de un puesto de periódicos. Su vista no le permitía leer las primeras páginas ni la última. No le hacía falta , allí tenía la realidad frente a ella y la vivía diariamente en su oscuridad mental. Los desnudos del otro lado no le interesaba . Ella fue siempre muy recatada . Hoy usa una falda larga y lleva encima un sacón oscuro Un par de niños la miran desde la otra acera . Van de la mano de su padre que se va abriendo paso entre el gentío . Le llamó la atención tanta curiosidad de los niños . Pensó, serán extranjeros , porque los niños de acá están acostumbrados . Tuvo ganas de acercarse y decirles porque estaba así tan sucia y abandonada. Pensó que no valía la pena . Sacó un peine y se trató de arreglar un poco la cabellera haciéndose una trenza . Permaneció allí algunos momentos mirando a la gente , mientras ellos la miraban a ella sin mayor curiosidad porque como ella hay muchos por las calles del centro, una dura competencia para recibir algo de la gente que le permita comer el día a día. Recordó que en fiestas patrias no dejan ingresar a la plaza . Se levanta con cierta dificultad, el bulto le pesa cada vez más. Alguna oportunidad pensó dejarlo en algún sitio olvidado. Luego piensa que es su única propiedad y que solo abre cuando duerme. Va amarrada con sogas y envuelta en una sábana que algún día fue blanca. allí hay periódicos pasados con alguna noticia importante para ella que revisa de vez en cuando. Lleva un peine , un cepillo , un espejo que no usa hace mucho tiempo por temor a ver su rostro maltratado por la vida que hoy se ve obligada a vivir. Ella a creado su mundo y en él vive y en él tiene una imagen , una figura , que no es la que carga a cuestas. Lo que los demás ven , no es lo que ella refleja en su cerebro , para ella lo interno no se relaciona con lo externo, contradiciendo la más avanzada psicología científica del momento. Alguna ropa interior va por allí escondida y el resto son chapitas, cajas de fósforos , tarros de leche gloria . Al verlos recuerda las bebidas que tomó en algún verano playero. Ello viene a su cerebro como un relámpago . El tener algo es esencial para ella , la liga al pasado y los toca y los mira y huele como para que no se borren sus recuerdos . Atraviesa la avenida emancipación con la mirada en el suelo, pensando que quizá allí esté su suerte. A veces encontró unos centavos que guarda como amuletos . Alguien se le acerca , cuando llega a la puerta del Banco Wisse . Sintió en su mano una moneda grande . Ella no conocía el valor actual del dinero . Lo miró curiosa . Leyó hasta donde pudo ....un Inti. Se le vino la historia a la memoria de su época escolar y recordó que Inti significaba sol, el Dios de los Incas. Se vio sentada en la cuarta fila , en su pueblo, chiclayo , más preciso, Ferreñafe. La profesora de cuarto año les contó la historia de Manco Capac y Mama Ocllo . Ella nunca la tomó en serio , pero en su pueblo había un gran museo donde su padre la llevaba a pasear. Allí vio huacos, telas, objetos metálicos de los antepasados lambayecanos. Había sabido que se encontró la tumba del señor de Sipán, todo un gobernante regiamente enterrado. Felizmente , pensó , los españoles que se llevaron todo el oro de los templos incaicos, no encontraron estos restos , a pesar de que ingresaron por el norte. Su maestra le dijo que en esa época no habían mendigos, enfermos mentales abandonados, vendedores ambulantes, tanta gente pobre.......como me hubiera gustado vivir en esos tiempos ......pensó. Miró nuevamente la moneda que brillaba en sus manos , sonrió recordando que en dicha época no había dinero, existía el trueque. Pensó que las ideas que se le venían podían verlas como parte de su enfermedad , pero ella tenía lucidez , y su memoria la tenía intacta , lo que la llevaba a cuestionar porque se usa un símbolo de tan alto valor de una cultura , en otra sociedad que tiene su propia cultura , su propia moral, en la que se hace todo lo contrario a lo que se pretende recordar. Un calor recorrió su cuerpo , se acordó de las letras de la constitución del 79 y lanzó una risa al aire , a la vez que tiraba la moneda con la fuerza que le permitía sus debilitados músculos , llegando a la luna del banco ocasionado un ruido intenso que generó sobresalto en la gente que hacía gestiones. Eran tiempos de bombas caseras y coches bombas , y todos vivían tensos, alertas. Se arremolinó un gentío en la entrada del banco , los transeúntes pararon su loca carrera , y ella en medio de la pista , paralizó el tráfico. Llegaron policías de custodia de la plaza San Martín que la fueron a levantar de la pista en la que se había tirado de largo a largo. Alguien la reconoció y sonrió.....es la loca constitución , que está haciendo su manifestación ......y agrega , dirigiéndose a otra que lo acompaña......aprovecha las fiestas nacionales para llamar la atención.......ja,ja,ja, se río y siguió su camino. Ella abrió los ojos y se encontró levantada por los policías que la llevaban en vilo , trataba de zafarse , y comenzó a gritar ......a mi a mi , ladrones , ladrones , me están ultrajando , me están raptando....En esos momentos le vino a la memoria como una película el año 80, mes de mayo gobierno Belaundista , fecha en que vendría el papa de Roma , la subieron a una ambulancia envuelta en una sábana blanca , sin poder protestar. Quedó inmóvil, sus ojos podían ver todo lo que sucedía , la pusieron en el piso donde habían otros pacientes , escuchó voces . Fue llevada a uno y otro lado por varias horas , la puerta se abría y se cerraba dejando entrar a otros como ella, hombres y mujeres que iban convirtiendo el espacio en una lata de sardina con olor y todo. Luego, aún tendida en el piso sintió que saltaba por lo que pensó que estaban en un piso empedrado , felizmente fue breve , y terminó bruscamente. Abrieron la puerta , ingresando un fuerte chorro de luz que la cegó . Fueron bajando de uno en uno , hombres y mujeres , quedando ella sola tirada como un fardo de los que ella conocía por historia eran de la cultura Paracas. Fue la única a la que bajaron cargada , como un cristo llacente . Ella se dejó llevar , total , a pesar de tener todavía no más de 30 años creía que era inútil resistir. . La pasaron directamente a un cuarto de muchas camas y la depositaron en una de ellas , casi la tiraron como un bulto. Allí permaneció un rato y vinieron cuatro mujeres , que comenzaron a desenvolverla . Las miró extrañada, todas vestían de blanco , eran más jóvenes que ella. No tenía ganas de hablar, tampoco lo hicieron las otras. Se sintió un bulto que cargaron , pasearon por calles y metieron en un edificio, como si fuera una vagabunda. Luego se pudo sentar al borde de la cama que sintió cómoda . Le vino a la memoria su vida familiar sintiendo el calor del ambiente y cierta tranquilidad que la intrigaba por no saber donde estaba ,sabía que no era su dormitorio, ni su cama que algún día la percibió tibia y que la extrañaba desde hace los 10 años que dejó a los suyos siendo llevada a trujillo que era el más cercano de los centros hospitalarios en el que se tenía camas para enfermos mentales. Era un sótano que la estremeció, pensando que la querían sepultar en vida, pasó varios días buscando escaparse , cosa que logró al ganarse la confianza de los trabajadores que la llevaban a pasear por el hospital regional . Eran los años en que dejó el colegio luego de hacer una secundaria exitosa . Había sido estudiosa , poco amigable, con cierto retraimiento y temor a la gente , ya no tendría la protección del colegio , tendría que salir ala calle, a ver que sería de su vida. Las miradas la turbaban, no sabía que buscaban en ella, se sentía perseguida , primero poco y luego mucho , sin saber quienes eran, ella creía en fantasmas , aparecidos, y su imaginación se llenaba de estos pensamientos. Uno de sus libros cercanos era la bíblia que la madre le dio en su niñez para que la acompañe en sus malas noches, de estudio intenso para ser siempre la mejor. Ahora escuchaba la voz de alguien que leyó en el libro cristiano , el mensaje era imperativo, la invitaban a predicar, dar la palabra a los demás . Los últimos años de la secundaria acompañaba a la madre a las reuniones en el templo en la que cantaban alabanzas al señor que ella fue aprendiendo de memoria . Se sentía rara desde esa fecha porque sus amigas iban a fiestas y hablaban de ellas , mientras que su pastor decía que eso no estaba de acuerdo con una vida sana. Se sintió profeta . Caminó por las calles y plazas hablando de la buena vida , del pecado y el juicio final que vendría ya , estaba próximo , las señales llegaban en temblores, terremotos, guerras y más desorden en el mundo. Los serenos la sacaban de un distrito y la ponían a la entrada de otro, la policía la llevaba a las playas y la hacía bañar en pleno invierno , durmiendo en las celdas y bancas de algunos parques. La familia la encontró luego de esa fuga hasta que la trajeron a Lima . En San Juan de Lurigancho tenía familia en la que se hospedó . La llevaron al hospital Valdizán , camino a Chosica en la que la internaron con electrochoque y dosis elevadas de medicinas. Fue su primer contacto con un hospital para enfermos mentales . Le pareció un palacio del horror. Solo en películas vio gente con esos problemas y hoy era parte de ellos. Los veía raros, por sus gestos y sus actos, sus pensamientos y cambios de humor. Le daba mucho miedo las agresiones , los gritos desgarradores después del baño eléctrico y notaba como los medicamentos los ponía duros, caminaban arrastrando los pies mientras babeaban sin poderlo evitar. No entendía lo que algunos decían, solo palabras salían de sus bocas , pero estaban vacíos de ideas, y vagaban sin rumbo de un lugar a otro en el pabellón cerrado con grandes candados. Fueron casi 12 meses de encierro, en el que aprendió a callar porque el que hablaba algo, reclamaba mucho, era llevado a que la enfermera y su equipo lo bañen , no con agua, sino con electricidad . Prefirió callar, era la única manera de salir, negando que pensaba y escuchaba cosas raras. Había encontrado la llave para irse de allí. A ello le ayudaba el tomar algunas medicinas y soportar sus efectos negativos. Total , se dio cuenta que no eran tan malos y la única manera de ser bien atendidos. Ya en la calle , su familia le consiguió trabajo en una casa. Nunca había hecho tales labores, pero en el hospital le enseñaron a barrer, limpiar baños, usar desinfectantes y otras herramientas. Por las tardes estudió cosmetología y concurría a su control mensualmente. La ciudad la asustaba, no era como su pueblo tranquilo que podía salir a cualquier hora , y por todos los barrios. La capital era un monstruo para ella, le temía, caminaba por sus calles temerosa de ser asaltada y que la lleven a la playa a ser violada. Tenía ya 25 años , de los cuales 5 había trabajado en casa, cumpliendo su tratamiento. El tiempo se le había pasado raudo, como las combis que circulaban de un distrito a otro. La familia la trataba bien , era una pareja con dos hijos que trabajaban en su propio negocio de Gamarra , en textiles que tenían buen ingreso , una casa grande en Surco , y que solo la tomaron para limpieza , como provincianos la dejaban que siga aprendiendo algo nuevo para su futuro. No había aprendido tejido, ni confecciones , prefirió la belleza femenina . La atención en el hospital era muy ligera, solo le preguntaban como estaba y le daban la misma medicina, que ella tomaba. Pensaba que no era suficiente, no la preparaban para una recaída, sobre todo saber como evitarlo y que hacer para vivir más alegre , diversificando sus actividades. Sentía que algo faltaba. Tampoco aprendió mucho en el internamiento sobre su enfermedad. Vino la recaída que la sorprendió en la calle , con las ideas de persecución con sus fantasmas. No regresó a la biblia , pero si extrañaba su gente , mucha nostalgia vivir sin los suyos , faltaba el calor de hogar. Un día salió de la casa por la noche y no regresó, tenía miedo y no sabía a donde ir, hasta que terminó en el parque universitario. Estaba cerca del mercado y a su alrededor las vivanderas que pedían ayuda en limpieza y les daban algo de comer. El dormitorio estaba cómodo, pero a veces algo frío , por lo que tenía que cargar sus trapos para cubrirse. Lima era muy húmeda . El parque tenía la ventaja de contar con muchos como ella, que se acompañaban y protegían de los delincuentes y gente que odiaba a los dementes. Era un manicomio abierto, no habían muros y arriba , las estrellas los acompañaban , a pesar de que era raro verlas con ese color humo que cubre el cielo de manera permanente , y cuando la luna es llena , pocos duermen , no porque algo tenga que ver con su locura, si no porque la claridad que da , los confunde y se siguen de largo contemplando sus propias vivencias que llenan su vida diaria , minuto a minuto. Allí llegó un joven como ella , que decía ser universitario y a la que le dio credibilidad por su discurso sobre derechos y problemas sociales. Hicieron amistad de inmediato y el le enseñaba filosofía que estudiaba en la decana de américa . Allí conoció, le dijo él al gran Diógenes y decidió seguir su ejemplo, dejar todo lo inútil que usaba la gente y vivir con lo necesario a pesar de que sería imposible usar un barril , como lo hizo ese gran cínico en la plaza de Atenas. Era un personaje enterado de cuestiones políticas y hablaba en forma convincente sobre lo que pasaba en otras partes del mundo , guerras, invasiones , revoluciones y guerras frías, de ideologías y modos de pensar la sociedad. Ella entendía poco , solo escuchaba y relacionaba lo que aprendió en su colegio en los cursos de historia universal, filosofía, sociología . Luego el amigo le hablaba de Vallejo, Mariátegui, Arguedas, y del primero sabía algo, porque era su casi paisano nacido en la Libertad , en los andes, Santiago de chuco, esa pequeña ciudad en las faldas de los cerros , de techos de tejas , con gente humilde y amigable que poblaba esos campos verdes y pastoreaban su ganado , una de cuyas pastoras fuera cruelmente asesinada, violada , varias veces por un militar capitalino que por su c olor blanco creía que tenía derecho a usar a los indios como animales a los que arreaba hasta los galpones de las mineras , para que terminen en sus socavones de los que solo salían cadáveres que ni siquiera presentaban a sus parientes. De esos abusos del poder, se alimentó la poesía de Vallejo, y de su cielo, de sus gentes tan dulces como la Rita de junco y capulí , y de esas madres de las que dijo que eran muertas inmortales . Su amigo leía los versos del bate santiaguino a voz en cuello sin importarles el sueño de los otros que se tapaban totalmente con sus trapos sucios y algunos cartones que recogían de los basurales cercanos. Se habían unido, formaron una pareja inseparable. Se les veía ir juntos cargando sus bultos siguiendo a las marchas callejeras de huelguistas , sufriendo por los gases lagrimógenos y recibiendo palos como uno más de los revoltosos callejeros . Cuando el hambre llegaba con sus dolores bajos y sequedad de boca, solían buscar a sus amigas vivanderas para hacerles el trabajo de limpieza y cargando agua para que les den algo de comida. Se ubicaron en la plaza San Martín y solían interactuar con los niños pirañitas protegiéndolos de los maltratos de la policía , escuchaban a los poetas de la calle y a los chistosos con los que se reían alegremente de sus ocurrencias . Algunos los miraban con temor , haciendo gestos de asco por su aspecto sucio , de abandono personal , sin que a ellos les importe algo sabiéndose juntos , compartiendo la vida sin obligaciones ni responsabilidades , viviendo de la caridad pública no siempre solidaria. El la llevaba al parque de la reserva y juntos leían libros que les regalaban los vendedores ambulantes de la avenida Grau, estos les decían los Intelectuales, y les daban lo que les pedían , cayendo en sus manos autores como Ciro Alegría que les habló del río Marañón en la serpiente de oro, y de la vida en las haciendas de la sierra , la explotación de los campesinos , la vida de los pongos y sus luchas diarias, en su libro , El mundo es ancho y ajeno. Otros días leían de Arguedas su libro agua y después , lo zorros de arriba y abajo , que la hizo llorar a ella al escuchar las luchas de la gente pobre en las barriadas de chimbote y los dos se sintieron identificados con el personaje Moncada , que como ellos era un esquizofrénico . Cuando leyeron Tungsteno se sintieron muy tristes , comprendieron la gran preocupación del poeta por los indios de su tierra a los que mataban sin remordimiento haciéndolos trabajar día y noche hasta que botaban sangre con pedazos de pulmón que carcomía el bacilo de la tuberculosis. Se dieron cuenta que la vida de ellos no era tan dura como ellos creían. Nunca leyó tanto, ojalá pensó que todo eso le enseñen a los niños en sus clases de literatura. Le dolió la vida de los niños de gallinazos sin plumas, que iban por la ciudad recogiendo la basura , hurgando en las bolsas de la calle antes de que el carro del municipio llegue y les arrebate lo que para ellos eran tesoros que vendían o comida que ingerían al paso. Les fascinó Manuel Scorza , sus epopeyas de los andes, que cantan la lucha de los campesinos por la tierra, las invasiones , la injusticia de los gamonales que se coludían con policías y jueces para arrebatarles lo que sus antepasados les legaron y a nadie les interesaba en la costa . El era persistente, casi obsesivo por los libros, su interés lo contagió a ella que vio en su amigo a un acompañante que la protegía y espantaba la soledad , la pena de su gente y le llenaba la vida, los días y horas con historias que jamás habría conocido y con ella la protegía del deterioro humano. El le solía decir...con la lectura adquirimos una ideología , y la ideología es superior y nos permitirá superar la locura . Era un loco lúcido. Se reconocía loco, y decía ser un loco con derechos , un ser humano que tenía que ser tomado en cuenta en la sociedad. Ella solo escuchaba y callaba hacia fuera , por dentro su ser bullía de nostalgia y pena por tanta historia teñida de sangre e injusticia , hambre y abandona , impudicia y soledad. A veces su pensamiento se perdía en la nada , y las palabras se mezclaban irreflexivas , sin sentido . El la invitaba a callar para retomar el hilo de la lectura. Nunca estuvo relacionada con tanta información sobre la realidad. Ella creía que tanta lectura había trastornado a su amigo , la realidad leída lo había desequilibrado, rompiendo las barreras de la normalidad , a él que era sensible y que de niño había sufrido tanto por el abandono del padre. Ver a su madre trabajar día y noche , pasar días solo lo llevó a refugiarse en la lectura desde que aprendió en el colegio las primeras letras. Fue el mejor alumno, porque tenía que mantener la beca en el colegio del barrio que su madre no podía pagar. Los días pasaban raudos, la noche era eterna para ella, deseaba pasar más tiempo leyendo con él, en el pasto de los jardines olvidándose de las horas de comida , lejos de los demás, cerca de sus historias y con sus personajes que la luego le hablaban como si fueran viejos conocidos. Aprendió a recitar a vallejo, el la miraba detenidamente y la paraba cuando se comía una coma, o dejaba de darle entonación a un verso que el conocía de memoria. Era muy exigente, le decía que no era posible que estos hombres dediquen tanto tiempo de su vida a escribir cosas tan hermosas para que sus lectores los lean ligeramente, ello era faltarles el respeto, mejor era cerrar el libro y dedicarse a otra cosa. Nunca supo como llegó a esa situación, cuando la locura le oscureció la razón , y que era estar fuera o dentro del mundo real. Decía que prefería vivir en sus lecturas, que en el otro lado, porque en sus libros el mundo era duro pero para otros, la realidad era dura para él y lo hacía sufrir. El dormitorio común era respetado por todos, ellos conocían cual era su lugar, nadie ocupaba lo que al otro le correspondía. Ellos daban cara a la puerta de entrada a la vieja casona de la universidad de san marcos que hoy estaba cerrada porque todos se mudaron a la ciudad universitaria con nuevos edificios, más amplia, llena de jardines . Esta ya quedó chica, era colonial, no tenía espacio para los 35 mil alumnos y las cientos de facultades que los albergaba. Ya no habían clases allí. Conocían toda la ciudad, que habían recorrido en los casi 8 meses que vagaban juntos por sus calles. En el agustino vieron al pintor Humareda, tomando su desayuno en uno de los restaurantes cercanos al mercado mayoristas. Les causaba admiración la imagen de ese hombre tan grande, un artista de su talla, viviendo en esos lugares. Se miraban y reían pensando que también ellos vivían así. Les gustaba ir al campo de marte y en su concha acústica ver y escuchar a cantantes andinos entonar sus huaynos y balichas que los alegraba . Solían pasear por miraflores mirando los escaparates de las tiendas llenas de regias telas, ropa de lujo y los restaurantes llenos de gentes rollizas, ventrudas , que comían carnes rojas y platos llenos de papas fritas. A sus narices llegaban los olores fuertes de las pizzas y los pollos a la brasa que rotaban en pleno fuego sin poder evitarlo. Ellos seguían de largo mientras un mozo salía a cubrir la puerta del lugar para darles el aviso de que allí no los aceptaban , así tengan para pagar , cosa que , con sus gestos, expresaban sus dudas. Su banquete eran los libros que cuando les faltaba los pedían a sus amigos de las librerías callejeras de Grau y emancipación. Algunas veces, bajaban a la playa , en Barranco, siguiendo el recorrido que pasaba por el puente de los suspiros hasta llegar al otro puente de hierro que les permitía cruzar la pista y caer en la arena directamente. Caminaban hasta el muelle de chorrillos, por la orilla de la playa sintiendo el agua a veces fría , y jugaban con la espuma que esta traía desde lejos , o corrían tras un carretero que salía furtivamente de su hueco en busca de alguna basura que llevaban a su túnel para compartir con los suyos , se tiraban en búsqueda del lugar en el que se habían ido para dejarlo luego debido a lo inútil de sus afanes. La gente los contemplaba ir por allí cargados siempre de esos paquetes que esconden misterios para los otros. Alguna vez descubrieron que cierto mendigo llevaba tanto dinero que era un absurdo considerarlo pobre, era el misterio casi mitológico de esos seres humanos que vagan de calle en calle extendiendo la mano y recibiendo una propina que sumada en el día de horas llenas de gente se ilusionan en miles . Alguien habla del costal de ciego, que nunca se llena . Ellos también lo llevan pero no piden en la calle, saben quien les puede dar y le dan un servicio para recibir lo que necesitan, solo lo necesario y suficiente. Desde que están juntos salen más temprano para aprovechar las horas, los segundos, buscan recuperar el tiempo que no se han conocido pensando que ello les va a devolver los minutos perdidos lejos de cada uno . Igual en invierno, como en verano gozaban de esos paseos, ni el frío ni el calor, los separa , los aleja o los limita en sus deseos de salir , ir por allí . La lectura los une, las historias los comunica , cada pasaje del libro que leen les sirve de motivo para decirse algo, y las voces, las miradas amenazantes, las cóleras que aparecen de la nada, quedan fuera , no tienen vigencia en esos días y horas que leen y caminan , se sientan y echan en el jardín del parque. Los relatos de Ramón Riveiro , cada uno de sus cuentos , lo leen detenidamente y los comentan por su sabor cotidiano, porque lo que allí se dice lo han vivido, lo ven en las calles , y van tras los lugares que el autor refiere en cada barrio de la ciudad, buscando revivir las historias. La higuera al pie de la acantilado , los lleva a Magdalena para ver desde el malecón y de la orilla de la playa el lugar en el que se puede ver una planta de esas en las que aún se cobija el personaje. Los muchachos uniformados que salen del Leoncio Prado les trae a la memoria la ciudad y los Perros, de Vargas Llosa y los siguen para ver a donde van, si se pierden por Miraflores hacia el bar cercano al teatro montecarlo o hacia el callao en busca de un momento de sexo pagado. Nadie sabe lo que ellos viven. Se han ganado cierta fama, algunos les tienen temor, lo ven a él como un personaje camuflado entre la locura escondiendo cierta historia. Son tiempos de terrorismo, de bombas en bancos y lugares públicos. Las calles no son seguras , hay perros colgados en los postes y se lanzan volantes en la plaza san martín cuando los parroquianos se reúnen a conversar sobre los problemas del país. Nadie está seguro en la calle y solo ellos hacen lo que hacen en el parque universitario , durmiendo a la intemperie. Los ven de manera sospechosa, todos son sospechosos hoy día. Hay riesgo para cualquiera , la policía secreta va por allí filmando, tomando fotos, averiguando la vida de cada gente que pasa y camina , que mira por la ventana y lleva bultos a sus espaldas vestido de inquilino de manicomio o salido de alguna clínica exclusiva. Los universitarios son primero. Van desapareciendo de la misma puerta de sus centros de estudios. Un personaje de ojos rasgados se ha apoderado del gobierno , ha cerrado el congreso y su asesor es un tenebroso abogado salido de los mismos cuarteles . Son una pareja siniestra. El jefe es un Japonés traído de niño al país, por su padre que trabajó como culí, que se baña en las lagunas de las guaringas , se hace leer las cartas por adivinas y tiene encerrada a su mujer que le financió la campaña para que no denuncie los negocios que hacen sus familiares, es especial mujeres con las donaciones que vienen de su país de origen . Se ha formado una mafia más voraz que la misma italiana venida a Norteamérica . Con ellos se desarrollan dos grupos subversivos que se rebelaron años atrás contra el estado con el pretexto de la miseria y abandono en que viven miles de andinos. Llegaron a la ciudad desde las punas a estudiar en sus universidades y allí encontraron una ideología que los llama a cambiar esta situación con violencia . La violencia se siente en cada barrio de la ciudad , y nadie está seguro caminando por ellas. Las patrullas del ejercito circulan por la ciudad de Lima amedrentando a los transeúntes con sus metralletas y fusiles largos de bocas anchas . Un día , eran casi las 7 de la noche , llegaron temprano a su dormitorio , estaban cansados . Se vieron rodeados por unos carros del ejercito y patrulleros , se bajaron de ellos sus ocupantes y se dirigieron hacia ellos. Cuatro lo tomaron de los brazos y lo arrastraron de sorpresa sin que ella pueda protestar al momento. Escuchó decir .....Te vas a joder loco de mierda.......vamos rápido....mientras lo jalaban ......insistían gritando........tu eres un revoltoso. Lograron cargarlo de los brazos y piernas , lo subieron a una camioneta verde olivo . Ella reaccionó al ver esa escena y corrió tras ellos , trató de seguir el trayecto de la movilidad . Las calles estaban silentes , la noche negra como la conciencia de sus raptores. Nadie acudió a sus gritos y lamentos , corrió con sus pies desnudos hasta terminar tirada en la cinta negra fría , húmeda con la neblina del invierno. Jamás sintió más la soledad que ese día. El cielo le negaba luz y las estrellas no aparecieron , casi como cómplices de tal atropello. Sintió una impotencia total , y una lucidez universal . Evocó a Vallejo perseguido, y preso sin razón , acusado por quienes no entendían su verbo que hoy sacude conciencias , ilumina mentes en busca de lo humano de la vida . Su amigo era tan inocente como el poeta cósmico , ella era testigo, podía dar fe de sus palabras , de sus sueños y anhelos . A través de él conoció lo humano , la esencia del ser hombre , que se reflejaba en cada verso y cada frase de aquellos libros que leían juntos. Se preguntaba , se interrogaba , donde estaba la razón, y no la encontraba en los que lo llevaron, solo se valían de la fuerza que les permitía ejercer su poder .



Eran las cinco de la tarde. Había un ir y venir de gente, por los pasadizos hacia los dormitorios. No estaba sola. Una de ellas, vestida de blanco la tomó del brazo y la llevó al comedor . Se sentó en una larga mesa y esperó como las otras que estuvieron allí antes que ella, y las otras que llegaron en la misma movilidad. Le trajeron una charola con varios depósitos . En una se escapaba el humo de un líquido espeso que tomó con las dos manos y llevó a su boca midiendo para no quemarse , a pesar de que tenía hambre . El segundo era una porción de arroz con un guiso que llegaba a su nariz en olor a culantro y algo de ají panca que llevaba unos trozos de papa y un pedazo de carne roja sancochada. Sus movimientos eran algo torpes, por lo que dejaba de caer el arroz y se le hacía difícil llevar con ella la papa. Con cierta parsimonia iba ingiriendo la comida para terminar consumiendo un bolo de te y una ración de pan. Pronto se acabó la cena, y les indicaron que pasen al dormitorio . Ella dirigió sus pasos hacia el baño. Era difícil ubicarse allí. Había estado mucho tiempo en la calle , su techo era más grande que el que hoy veía sobre su cabeza y sentía que la aplastaba , y los muros de la habitación le limitaban los movimientos. Nunca se había sentido tan controlada, tan dirigida, tan impedida de ir a donde le daba la gana , sin ser regimentada . No solo las flechas, los letreros que le decían cada lugar , la agobiaban , también las largas paredes , las ventanas llenas de barrotes de hierro, que solo le permitía ver lo de fuera a cuadritos. Pensó en su amigo, y creyó que igual se sentiría donde lo hubieran llevado , claro que a ella no le pegaron, y la comida estuvo agradable, quizá mejor de la que solía comer en la calle. Sus sentimientos se mezclaban, venía alegría de tener lo que veía , a la vez cólera sentía por estar allí encerrada, sin libertad, privada de ir a donde solía ir, sin tener que pensar a donde iba. Esto no es la cárcel, sabía, era el hospital para personas sin razón. Le pareció absurdo pensar así. Acá estaba sin su consentimiento , no había razón, para ella , de que la encierren, y no porque ella tenga razón, y se le diga que no tiene conciencia de enfermedad. Quien podía decir que era cierto, que era falso. La libertad no tiene precio, fuera de que tenga la razón o no, lo cierto era que era un ser humano y si no había hecho nada malo, no cometió ningún delito, no había razón para estar allí. Menos aún si nadie le preguntó si quería estar en ese lugar. El día había sido demasiado agitado , tenía un cansancio que la hacía arrastrar los pies , por lo que llegó a la cama apoyándose en las barandas de las camas vecinas , logró , con mucho esfuerzo subir a la suya y se quedó dormida sobre ella . Alguna de las amigas cercanas la taparon porque ella no lo hizo, solía hacerlo con sus propios trapos y hoy no veía su bulto . Las horas se fueron con la prisa en que llegaron y sin conocer que pasaba, sintió un jaló de su ropa de cama por el frió que la sacudió . Era mañana, por la ventana de enfrente a su cama se apreciaba nublado y los vidrios humedecidos , con algunas gotas corriendo desde arriba por la gravedad. Insistieron con el jalón y se restregó los ojos, se incorporó recostándose sobre el respaldar y sus ojos le dieron de golpe las imágenes de dos seres humanos contrapuestos. Una mujer cuya cabeza llegaba al borde del catre , delgada, con una bata rota , y a su lado otra mujer gruesa, de gestos duros, casi tres veces más alta. La pequeña carecía de físico, y tenía exceso de energía oral, vociferaba, insultaba, gritaba palabras soeces, que apenas se entendían por su voz farfullante , su rostro cetrino congestionado. La otra levantaba el brazo derecho mostrando su puño amenazante. Eran como dos perros , hembras, cancerberos, que ladraban , tratando de asustar al extraño, mostrándole además los dientes y su bravura en gritos. Ella estaba acostumbrada a la violencia. Fuera, de donde venía era parte de las demás ocurrencias de la vida diaria. Tendrían que hacer gestos más intensos , duros, para que ella se asuste. Lo ocurrido recientemente fue más impresionante . Luego sabría que el dúo tenían el nombre zapata , la pequeña y Rudy , la alta. Eran el terror del servicio. No había quien no las mirara con miedo de que se les crucen. Evitaban estar cerca de ellas y menos contrariarlas. Ella se sentó al borde de la cama y al poco tiempo se bajó dirigiéndose a la ducha refrescándose con agua fría que la despejó . Tomó la bata de felpa que le habían dando y con ella se secó , mientras el cabello lo hizo con la toalla . Se sintió mejor, y fue en busca de ropa para cambiarse , encontrando que habían dejado una bata rosada de tela y unas sandalias con las que salió hacia la sala grande que también funcionaba de comedor. Por el camino se cruzó con la mujer pequeña , de ojos vivaces y lengua viperina que iba acompañada por la otra mastodonte la que la empujó provocando la risa gangosa de la amiga . Pensó que no tenía que responderle porque todavía no sabía como era la organización de dicho ambiente , cuales eran sus reglas, y al parecer ellas eran las verdugos que eran usadas para controlar los desmanes y también provocar al nuevo para que sea castigado. Ella sabía bien que a los agitados o violentos les aplicaban baños eléctricos, ya los había gozado en Trujillo y no quería recibirlos nunca más. Las lecturas la habían controlado más que ese método, le enseñaron a comprender a los ignorantes, que sabía eran atrevidos , y también no caer en la provocación. Tenía que ver que pasaba allí y mientras tanto evitarse problemas , aplicar lo que alguien le dijo sentenciosamente....allí donde fueras, haz lo que vieras. Sentada esperó el desayuno. Que llegó en una charola con un bolo y dos panes, con mantequilla. Como siempre tuvo que esperar que se enfríe. Mientras tanto miraba a sus compañeras de mesa. Se veían algo rígidas, algunas babeaban , otras temblaban fuertemente lo que les impedía sostener algo en las manos. La de enfrente la miró fijamente , ella respondió de la misma manera , pero no pudo sostenerla , y se acordó que eso se llamaba estar impregnada, es decir que tenía mucho neuroléptico que se fijaba en los músculos de los ojos y les impedían mover los globos oculares. Todas llevaban un aspecto de crónicas , adecuadas al encierro y la monotonía , que les daba una expresión placentera. Esto va a ser duro, pensó. Cerró sus ojos brevemente y trajo a su memoria las calles de la ciudad , recorrió la plaza San Martín en cada uno de sus rincones en los que pasó muchas horas descansando de sus caminatas matutinas. Alguien le habló al oído como un zuzurro y en un lenguaje poco inteligible escuchó que le decía....ya carajo, vamos para que tiendas tu cama y laves la ropa. Era nuevamente la zapata, esta vez sola que le indicaba sus tareas, a su manera. No le inspiraba miedo , como a otras, pero no quería problemas , pensó nuevamente. Fue al dormitorio , tendió su ropa de cama, siempre supervisada por la paciente agresiva , la que la guió hacia la lavandería . Esta misma le enseñó dos grandes bultos de ropa que debía lavar hoy y a partir de éste día, y todos los siguientes tendría que hacer lo mismo. Se enteró que tenían una lavandería que daba servicio de lavado de ropa a personas particulares. Esa fue la tarea que le asignaron , bajo el control de la pequeña celadora. En esa tarea la ocuparon la primera semana lo que le generó laceraciones de las manos , mucho dolor en la cintura. De lunes a sábado trabajaba por las mañanas y en las tardes se tiraban en el patio , luego del almuerzo. Eran las horas en que se evadía del lugar , y mentalmente se dedicaba a recorrer la ciudad. El patio interno era un enorme dormitorio para las internas. Les abrían la puerta y las enviaban a fuera de la sala grande para que reposen del alimento ingerido . Todas en fila iban saliendo y entre ellas , ella se fue confundiendo sin saber que era lo que estaba programado a esa hora. Las vio tirarse al suelo , y tuvo que hacer lo mismo , vigiladas por las dos cancerveras que las miraban deseosas de descargar su violencia sobre ellas. En muchas se reflejaba el terror a esta pareja y se tiraban con premura , cerraban los ojos y allí permanecían quietas así caiga llovizna en esos instantes. Ella se sentía estremecida ante tal espectáculo que pensó no se hace ni en la cárcel . Hoy sentía la regimentación en su propia vida y sobre su persona . Tenía que aceptar , callada , bajo amenaza , el estar allí sin moverse, ante la posibilidad de que les caiga alguna patada, un palo ,por solo el capricho de las dos personas que tenían todo el apoyo de las técnicas y enfermeras , y la total permisividad del médico del servicio. Más de una vez vería un apaleamiento a una de ellas, de cualquier edad , y bajo la decisión de las dos , sin apelación posible . La que protestaba era tachada de agitada y venía el escuadrón de batas blancas que recibía la queja de las dos celadoras , con lo cual se determinaba que debían aplicarle el baño eléctrico. Una expresión común de una de las torturadoras era.....que me miras carajo.....solo porque alguna de las enfermas abría los ojos para ver quien pasaba cerca de ellas. Si alguna pedía ir al baño , le decían que lo haga allí , y si pedía agua le tiraban un balde del líquido frío, entre risas , carcajadas y no pocos golpes por el atrevimiento de expresarse. Muchas aprovechaban para dormir profundamente hasta que las levantaban a patadas para que ingieran sus alimentos de la cena , a las 5 de la tarde. Era un tiempo perdido, que ella pudo aprovechar leyendo un libro, conversando con su amigo, paseándose por la ciudad y conociendo algún personaje de la historia universal. Con el paso de los días comenzó a acostumbrarse , y a pesar del dolor de la loza fría, hizo el esfuerzo por resistir callada , para no ser tomada por conflictiva y merecer un baño de esos que les iba quitando la memoria .

Un día, llamaron al desayuno. Ruthy se sentó cerca de ella , y al frente tenía a una anciana que comía con cierta parsimonia. Como ella habían varias cuya carencia de dentadura les obligaba a tomar más líquidos y mojar el pan para poder ingerirlo a riesgo de ahogarse . La corpulenta celadora alargó sus brazos y tomó los dos panes de la charola de la paciente mayor . Le pasó uno a zapata que estaba , como siempre a su derecha , y el otro se lo engulló rápidamente. La respuesta de ella fue inmediata, acumulada la rabia de tanta injusticia, tomó el bolo de avena y la vació en la cabeza de la Ruthy. Esta se volvió hacia ella y sin dudarlo la tomó de la cabellera y sin medir palabras, la jaló haciéndola saltar de la banca y la arrastró hacia la puerta interna hacia el patio , fuera del comedor. La otra celadora colaboraba con la masacre pateándola sin medir donde caían sus golpes que la sangraban copiosamente. Nadie se movió de su sitio, todas siguieron su ingesta, era común tales espectáculos , y las llenaba de terror verlo que las paralizaba. Alguna de ellas ya lo había vivido , sin motivo , hoy había un atrevimiento nunca visto en ese lugar, jamás alguien se atrevió a enfrentarse a esa pareja . Las empleadas desde enfermeras a técnicas, y otro personal , descansaban gracias a sus dos carceleras que les mantenían el lugar bajo control , más silente que un cuartel del cementerio. La caída de la banca originó gran estruendo por lo que la enfermera se desperezó en su ambiente y decidió salir para constatar a quien habían masacrado sus protegidas , y que no se vayan a exceder que las comprometan . Alguna vez recibieron queja de un familiar al que acallaron diciéndole que sería mejor que se lleven a su paciente , lo cual era imposible para estos por su condición social , terminando por dejar allí el daño que con el tiempo dejaba de molestar. Se acercó a las alborotadoras y la grándulona dijo que se había agitado porque no la dejaron quitarle los panes de la vieja. Ella y zapata la sacaron sin pedir permiso con sus golpes acostumbrados. La enfermera gesticuló mientras blanqueaba los ojos y les dijo.....llévenla a clino, le vamos a aplicar el baño eléctrico. Ellas rieron con ganas, habían triunfado, lograron su objetivo, se comenzaría el ablandamiento de la nueva que se mostraba demasiado altanera y retadora para ellas. Hizo un ademán de protesta , pero un puño cayó en su abdomen lo que ahogó su grito. Esta vez la cargaron en vilo , con el apoyo de dos mujeres de bata blanca , cruzaron por la sala grande y entraron en un ambiente más pequeño en el que la ubicaron en una de las camas mientras la mantenían agarrada de brazos y piernas. La enfermera y el personal auxiliar, comenzaron a prepararla para la aplicación del baño. Le limpiaron la frente , la región temporal y maquinalmente le pusieron una correa, como una corona sobre la frente. Otros la amarraban de pies y manos, sujetándola a la cama fuertemente . No esperaron mucho y la enfermera comenzó a pasar la corriente al presionar un botón rojo de una máquina cuadrada parecida a un viejo tocadisco de antaño. Nadie le dijo lo que le pasaría, lo que abría de sentir en todo su cuerpo . Su cuerpo se estremeció en movimientos tónico, clónicos, contracciones y extensiones de sus músculos movían involuntariamente sus extremidades. Perdió la conciencia, se sumió en un sueño profundo, todo dejó de existir, para ella, se había ido de ese lugar bárbaro, de esa pesadilla que tenía a todas sus amigas sumidas en las sombras de la ignominia , desprotegidas , sometidas a la arbitrariedad de sus carceleras, sin haber cometido delito alguno. No tiene idea del tiempo que permaneció así. Había dejado de existir. Nunca le preguntaron su nombre, su dirección, menos le dijeron si quería estar allí. Podía desaparecer , no ser habida y nadie daría cuenta de ella. Nunca la llamaron por su nombre, nunca le comunicaron donde estaba, solo la habían sacado de la calle y depositado en ese lugar y no había podido saber porque razón la retenían , ni llamaban a su familia para pedirle consentimiento para que su hija se quede. Ella nunca vio el calendario allí, no tenía idea de los días de la semana , tampoco el mes ni el año. Afuera ella supo siempre el tiempo que vivía. Gustaba de mirar los periódicos y tenía información de lo que sucede en el país y en el mundo. Con su amigo logró ubicarse mayormente en la realidad. Había enriquecido su mundo, se sentía humanamente elevada pese a su vida miserable de paciente psiquiátrica . Solo pudo establecer las horas del día por las comidas que ingería. Sintió humedad en sus espaldas, un olor fuerte a urea, coligió que era orina. Le dolía globalmente la cabeza y sentía mareos, sin posibilidades de moverse, sin fuerzas para incorporarse. El dolor del cuerpo se fue generalizando por todos lados . Había sido apaleada por la policía, pero más que el dolor actual jamás sintió , era algo nuevo, inusual, y le venían las imágenes fantasmagóricas de una masacre, amarrada, llena de gritos. Se dejó allí en la cama esperando poder recuperar sus fuerzas, tomar aliento. Por la cantidad de desayunos ya contabilizaba diez días con sus noches, y tardes , como mañanas, encerrada. La puerta siempre estuvo cerrada, el foco único estaba roto, y solo una muda entraba y salía llevando la bandeja en la que hacía sus necesidades y trayendo las charolas con sus alimentos. Nunca vio a un personal con allí. Las carceleras llegaban para patear la puerta y gritarle groserías, amenazarla cuando salga, someterla a miedo permanente . Alguna vez dejó ver su cara abotagada entre las rendijas de la madera , espiando lo que ella hacía allí encerrada, llena de oscuridad. Las voces que siempre la acompañaron , tuvo que conversar con ellas , a pesar de que la insultaban . Los ojos que antes la miraban volvieron a presentarse , pero el miedo se le había ido, se trata de que tenía que sobrevivir, sus mecanismos de sobrevivencia se habían puesto en marcha y necesitaba concentrar toda su atención y energía en vivir, cada minuto, cada hora , dejando de lado todo lo que la había hecho ser considerada una enferma mental. El día once, contado fielmente por ella, llegaron en comitiva , las dos carceleras y la enfermera. La tomaron de ambos brazos y a rastras la trasladaron hacia la ducha en la que tiraron para que se bañe con el agua fría. Eran las 6 de la mañana, la habían sorprendido en brazos de morfeo , y este la dejó al sentir el frío que estremeció su cuerpo. Allí la dejaron para que se remoje un rato , y como no podía pararse la volvieron a jalar hacia el dormitorio en el que la tiraron en su cama . Dos auxiliares le pusieron una bata y la arroparon con la ropa de cama sintiendo algo de abrigo que la reconfortó de tanto maltrato. Había adelgazado , perdió varios kilos en ese encierro, y la debilidad la dejaba todavía inhabilitada, tirada en la cama esperando ver que venía luego. Allí no habían nada programado, todo estaba sujeto al voluntarismo de cualquiera de las carceleras o de la enfermera , que parecía era la línea de jerarquía que allí dominaba porque otros profesionales se veían poco. Una vez, desde los varios meses que estuvo en ese pabellón que supo tenía el número 5, la llevaron al tópico para que la vea un médico . Este dijo que tenía esquizofrenia paranoide crónico , que como no había medicina en el hospital, le aplicaran baños eléctricos, solo si se agitaba. La beneficencia pública era dueña del hospital y su presupuesto apenas alcanzaba para la comida, con sus tres horarios, solo tomaban medicinas los que tenían familias que podían pagarlas.

Un día llegaron al pabellón 5 una comisión de enfermeras con la nueva de que iban a sacar pacientes mayores de ese servicio y las llevarían al pabellón 7. Entre estas fue elegida ella. Sintió gran alegría, pero pena , se alejaría de las dos carceleras, para ella ya no habría la tortura de verlas todos los días, lo doloroso era saber que otras amigas se quedaban sufriendo ese martirio. El domingo que las llevaron a misa, ya no regresaron a su servicio, fueron conducidas al otro pabellón de número 7. Sabía que era un número cabalístico, tenía cierta influencia en sus sentimientos, le daba sensación de paz, tranquilidad. Sabía que allí podría encontrar algo nuevo, diferente , para poder evitar deteriorarse. El ambiente era diferente , su interior era semejante a una letra H, dos grandes salones como dormitorios en un extremo y otros dos en el otro extremo y ambas eran unidas por un ambiente central con un salón amplio al que se le usaba como comedor y salón de asambleas y laborterapia. Un amplio patio hacia dentro y hacia fuera un espacio semejante a una plazuela con una escalinata que llegaba a la puerta principal. Se le convocó para hacer sus labores manuales , interesándose en el bordado. Sus trabajos fueron cada vez más elaborados, y fue perfeccionando su trabajo lo que la hizo muy buscada y le encargaban servilletas, sábanas , así como ropa de niños . Su interés la llevó a aprender poesías, canciones , que comenzó a mostrarlos a sus amigas, compañeras de encierro. Los domingos las llevaban a misa en la pequeña capilla en la que encontraba a otras como ella que un día estuvieron caminando por las calles.

Pasaron los años, llegó el año 1991. Había pasado cerca de 11 años encerrada, sin haber conocido más allá de los muros del pabellón 7. En el país se vivían años de grave crisis económica y social. Un nuevo gobierno se hacía cargo del estado teniendo que asumir la recesión, con una inflación jamás vivida generando malestar en todos. El hospital sufría la crisis con escaces de alimentos , vestimenta y aseo. Se veía mucho deterioro en general, jardines abandonados, paredes despintadas , grandes cerros de basura y maleza se acumulaba en diferentes espacios vacíos del manicomio. La epidemia del cólera pasó llevándose a muchos pacientes logrando salvarse muchos por el trabajo intenso de un nuevo médico que se hizo cargo del pabellón 7. En estas condiciones ingresó una Comisión, que venía a reorganizar el hospital debido a los malos manejos de una administración de muy corta duración . La política de ellos, era de privatización, para ello necesitaban disminuir la cantidad de pacientes del hospital. Un día llegó al pabellón un hombre alto, pelado , con traza de boxeador que dijo ser el presidente de la comisión reorganizadora. Ellas tomaban su desayuno , como todos los días. Este llamó a la enfermera y le pidió que llame a las pacientes que estaban en una lista que le hizo entrega. Afuera esperaba un camión con el motor encendido. Llamaron a varias y entre ellas mencionaron a NN nancy, que era el nombre con que la habían internado. Una a una fueron sacadas hacia el patio exterior y con la ropa que estaban las ubicaron en unas bancas que montaron sobre la movilidad . Parecían tener prisa, querían sacarlas rápidamente , como para que nadie se de cuenta de ello. La mayoría tenía más de 40 años como ella. Le vino a la memoria una película que vio con su amigo , que tenía el título de holocausto , y que el le explicó que era la forma como los nazis llevaban a los judios a exterminarlos en los crematorios. Fue el episodio más inhumano de la guerra mundial que sacudió al mundo. Le vino la idea de escaparse. Ella no permitiría que la lleven a un lugar donde podía morir. La comitiva salió del hospital entre las sombras de la noche que se iba extendiendo como un manto sobre el manicomio. Las habían tapado con una lona que pasaron sobre sus cabezas , improvisando un toldo . Nadie sabía que llevaban a seres humanos a la granja agrícola de Barranca. Una paciente del pabellón les había referido que estuvo allí varios años y su familia logró sacarla para llevarla al hospital, para ello pagaron mucha plata al jefe del servicio. Ella , curiosa le preguntó como era el lugar y la amiga le refirió que era un lugar abandonado, cerca de la playa, en el que no había agua, los dormitorios eran una barracas sucias , allí a nadie le interesaba si no comían y muchos pacientes se perdían por la carretera, cuando salían a la ciudad. Había poco cuidado de personal. Entraron al pasamayo, le pareció una gran oportunidad, jaló el toldo y se encaramó en la baranda para lanzarse a la orilla del camino , para luego rodar hacia el mar quedando en la arena . El golpe fue muy fuerte quedando inconsciente. El ómnibus paró ante los gritos del personal que iban con ellos los que se bajaron hasta el lugar y la levantaron llevándola nuevamente al camión. La fuga había fracasado. . La pusieron echada en el piso de la movilidad y en ese lugar hizo todo el viaje hasta llegar a los sanitos que así se llamaba el lugar. La bajaron envuelta en una frazada y la depositaron en una cama . No pudo ver nada del ambiente . Alguien vino y le aplicó una inyección que le calmó el dolor de todo el cuerpo y la sumió en un sueño profundo. El amanecer en el lugar era bullicioso. Los pájaros cantando y algunos borregos balando , hambrientos como ella que no había ingerido nada desde que la sacaron casi secuestrada del 7. Me he convertido en un objeto, pensó, me llevan de un lado a otro, sin pedirme permiso, he perdido derechos, nadie me respeta ni considera mi condición de ser humano. Serán las cinco de la mañana , la claridad ingresa a la barraca , y recién percibe el olor fétido , amoniacal del lugar. Mira a diferentes lados y puede distinguir casi cuarenta camas en las que se ve bultos tapados sin mostrar de quien sea trata. Nadie ha venido a verlas , ella por lo menos no escuchó que hayan llegado ni de noche. Hace esfuerzos para levantarse , un fuerte dolor en la espalda se lo impide. Se ve obligada a quedar inmóvil. Pasan las horas, son casi las 10 de la mañana y nadie pregunta por ellas. Una anciana , vecina, ensimismada en su propia conversación la mira de rato en rato curiosa. Hace lo imposible por levantarse y se acerca a una ventana frente a ella por la que puede ver el patio en la que observa a varias pacientes deambulando , otras tiradas en el cemento. Es invierno y en el ambiente hace frío, una ligera neblina le impide la visión más allá . Se da cuenta que tiene una pierna entablillada que le impide moverse por lo que se coge de los catres para avanzar. Regresa nuevamente a su cama que carece de ropa , solo tiene un colchón y a pesar del hambre se tira a lo largo y se queda dormida. La inyección todavía está en su cuerpo. Al despertarse ve a las pacientes que han ocupado sus camas . Ingresa una enfermera va directamente a ella y le dice.....tu porque no haz salido.......ella le señala su pierna .....la otra le dice ....acá tienes que comunicarte porque nadie te va a buscar, hay poco personal y por lo que veo eres lúcida. Ella hace un gesto de reproche , aunque se da cuenta que es inútil porque ya pasó un día sin comer y a nadie le preocupa. Ahora comprendo que en éste lugar hay que luchar para sobrevivir, piensa. Se quedó toda la noche despierta . Escuchó al búho cantar en el árbol cercano y algunos zorros aullaron en los arenales dejándole un temor que se interiorizó en ella por primera vez pensando que era la última etapa de su vida , solo que era muy poco tiempo vivido para morir. Ella supo que el enfermo mental es innecesario para la sociedad, lo ven como una carga, el hambre, su necesidad de afecto, relaciones sociales eran irrelevantes para los demás que se consideraban normales. Una paciente desde el fondo había clavado sus ojos en ella y no dejaba de mirarla . A las 5 de la mañana comenzó a moverse el ambiente . Ella se incorporó , el dolor era intenso , bajó la pierna sana al piso y la otra la llevó elevada . Se iba tomando de las barandas . Dos pacientes la apoyaron y con ellas llegó hasta el baño. Se dio cuenta que había solidaridad y que tendría que buscar amigas para hacer el ambiente soportable. Ello no le quitaba la idea de fugarse lo más rápido posible. Otra paciente le puso el hombro y apoyada fue hasta el dormitorio en el que se estaba repartiendo avena y dos panes con mantequilla. Las pacientes tomaban con gran prisa el contenido de su bolo y se salían rápidamente. El personal iba y venía de a dos , se ríen, conversan , van ignorando al otro , como si no supieran su obligación. El cielo tapado por la neblina no deja que el sol penetre en ese lugar. Los demás van mudos , como si estuvieran muy ocupados, solo deambulan, allí no hay nada que hacer, solo se vive, dejando que el tiempo corra, como el viento mece las ramas de los árboles . Alguien pasa con unos borregos hacia la asequia en la que los hace que tomen el líquido medio barroso que se mueve al mar. sabe quien es quien, todos se muestran extraños entre si. Solo una mujer lleva un vestido verde claro , lo que indica que es la enfermera porque así se visten en los hospitales, solo que éste no es tal cosa, debió ser un fundo, tal vez una hacienda , y sus edificios casa de los dueños y alojamiento de peones más allá, por donde van los pacientes y que hoy usan como dormitorio , por más precario que sea. Así se pasaba el día allí. Unos iban por allá y otros entraban y salían , ella se quedó sentada, no tenía donde ir, tampoco tiene donde , ni sabe . A llegado el medio día , solo los más hábiles llegan a la hora del almuerzo, muchos no ingieren alimentos , los cerdos son los mejor alimentados del lugar. Ella aprovecha que está cerca y logra comer todo , tiene dos días de hambre , hoy se tomará la revancha, logrando jalar la charola de alguien , total no solo nadie la ve , también es cierto que ella lo necesita y aprovechará más que esos cerdos ya cargados de grasa que ella nunca disfrutará. Así pasaron los días. Allí permaneció hasta el atardecer que recibió la merienda , luego la amiga la llevó a la barraca que simulaba el dormitorio. El olor era cada vez más fuerte , se le ocurrió quedarse en el patio, pero la neblina cada vez más húmeda la desanima de hacerlo. Cierto es que nadie le diría nada y menos se preocuparían por lo que ella haga. Era la libertad total, se hacía lo que deseaba , no hay control, hay libertad para morir. Ni la vida , ni la muerte importaba a alguien allí, cada quien vivía y moría a su manera. Eran ya dos semanas que llegó, su pierna seguía impidiéndole ir más allá del comedor , para ella mejor, pero la curiosidad lo dominaba, le hacia cosquillas, quería ver el mar, pisar la arena, ir al pueblo, entrar a algún restaurante y pedir algo que le guste a pesar de que luego no tendría con que pagar, pero igual le daba, ya lo había hecho antes, solo se ganaba o una patada o un balde de agua . Algunos llamaron a la policía, que la subía al carro después de cobrar al propietario por llevarla y la dejaban a las dos cuadras riéndose del crédulo y sin compartir la propina con ella. Le daba envida saber que algunas venían con olor a pollo a la braza en sus manos. Comían los huesos , los pellejos, pero era algo a tanta harina. El alto ,igual de calvo y regordete llegó en una camioneta nueva levantando el polvo del camino , ingresando como si fuera ya una costumbre hacerlo. Su rostro cetrino , sudoroso , demostraba satisfacción por estar allí, porque ya sabía que haría , y solo permanecería el tiempo necesario que le demandaba recoger su encargo para retirarse. Llamó a la enfermera y le dio ordenes de que le traigan dos cerdos, verduras, frutas y choclo que colgaba de los maizales cercanos que algunos pacientes regaban con el agua de la acequia . Ella , ceremoniosa y cumplida, llamó a varios pacientes para cumplir las indicaciones de lo que le pedía el jefe al que complació varias veces que había llegado. No preguntó por los pacientes, y se despidieron , diciendo que se iban a las playas de guacho en las que pasarían el fin de semana. Las provisiones les caían del cielo gracias a esos angelitos que los cuidaban diariamente y nunca los aprovecharían. Como los demás la ignoraron, eran ausentes, nadie reclamó por ellas, de vez en cuando llegaba un familiar de alguna paciente, que venía de la sierra trayéndole algunos víveres los que se quedaban en manos del personal , como era costumbre en ese lugar. Si el paciente quería algo especial le decían que salga a la ciudad , que pidan a la gente , no le prohibían, a veces incluso le decían que les traigan algo para ellas. Si alguno de los pacientes lograba traer algo especial, se lo quitaban inmediatamente. Llevaba más de cinco meses y no conocía al médico. Alguna vez vio un individuo con mandil blanco , que pensó sería el galeno, era desconocido para todos, solo hablaba con la enfermera que le daba cuenta de la situación, de los pacientes, claro de los que se acordaba, no por lo que sabía por haberlos evaluado. A los tres meses ya había soldado la pierna , que le dejó una cierta cojera por acortamiento , y un tumor en el lugar de la fractura. Los esfuerzos que hizo, habían movido los dos extremos. Todo la llevaba al deterioro, y ella no dejaba de pensar en salir pronto de allí. Se daba cuenta que no era difícil, ya había tenido la oportunidad de conocer la carretera hacia el norte o hacia el sur. Algunos camiones las llevaban, pero el precio del pasaje no le parecía adecuado a ella. Los particulares no les importaba verlas en la pista deambulando sea de día o de noche. Le interesó criar cuyes , les llevaba hierba del monte , pero le pareció injusto que el calvo se los lleve y ellos nunca lograron probar nada . Este personaje se llevaba todo lo que allí se criaba y sembraba. La figura de los pacientes era de cadáveres vivientes, huesos sin músculos, macilentos, decaídos, debilitados, víctimas fáciles de las diarreas, de la tuberculosis, de todo tipo de infecciones. Los únicos que engordaban eran los cerdos y el que se los llevaba, tan parecido a ellos . Ella mantenía un peso adecuado por ser lúcida y por que comenzó a salir a la ciudad. Estaba estudiando la forma de escapar. Tenía que fortalecerse, que superar la fractura y ejercitar sus piernas. Se dedicaba a ayudar a las ancianas que no podían salir del cuarto y se quedaban de hambre, sucias, rodeadas de una nube de moscas que amenazaban con llevársela en vilo , por su peso , que apenas podían pedir ayuda, su voz se apagaba en la garganta , sin agua en los labios era imposible sobrevivir. Al mes se iban de media docena en media docena y volvían a llenarse las camas. Están desocupando todo el hospital pensaba ella. No las conocía, porque ella vivió más en al calle, pero igual eran seres humanos. Mientras en las serranías se mataban entre hermanos de sangre y raza, en una guerra subversiva, acá las mataban de hambre, sin que nadie diga nada. Nunca llegó una autoridad por allí. Alguna vez escuchó hablar de derechos humanos, y se preguntaba si ellos eran también eran considerados como tales, lo que sucedía allí le demostraba que estaba en lo cierto, los veían de manera diferente, como subhumanos, algo que ya no se podía definir como humanos. La muerte era una realidad cotidiana, estar allí era una circunstancia efímera, casual y que a nadie importaba . La fosa común era más visitada que el dormitorio, y los perros de los vecinos solían verse con un hueso en los dientes, lo que demostraba que eran alimento de estos. Se convirtió en sepulturera. La veían fuerte y le encomendaron que se encargue de envolver a los cadáveres en una sábana, las suba a la carretilla y las tire en la fosa común , les eche creso y cal y luego tierra, para protegerlos de los depredadores, cosa que era imposible. Siempre que regresaba encontraba las zanjas abiertas , y los huesos esparcidos. Nunca pusieron una cruz, ni había alguna lápida con nombre alguno. Cuando llegó un familiar se le decía que falleció , pero no había tiempo para enseñarle el lugar en el que fue enterrado, estos derramaban alguna lágrima y se retiraban pronto para evitar que el personal los arroje a la calle por sus molestias ya que ellos estaban ocupados en no hacer nada y nadie tenía derecho a perturbar su labor sin ocupación alguna, que los pacientes agradecían con mucha satisfacción de abandono. Era la tierra de nadie , la nación de los desaparecidos, porque allí no se hallaba a nadie, si alguien lo buscaba, todos habían ido a algún sitio y si querían volverían, eso no lo sabían los que allí trabajaban y era un atrevimiento preguntarles por los otros a los que ellos cuidaban amorosamente, dejándolos a su libre albedrío siendo carentes de razón de acuerdo a la ciencia psiquiátrica una rama de la medicina que estaba avanzando mucho en el siglo presente, 21, de grandes avances científicos y que algunos decían que debería ser el siglo del humanismo, posiblemente no para todos. Lo cierto era que si alguien quería saber donde estaban tirados los restos de sus familiares solo deben mirar al cielo y verán el revoloteo circular de los gallinazos , aves negras , de especialidad rapaces, que tienen costumbre de hacer todo un ritual en el espacio, con lo que marcan el lugar de donde están sus victimas, esperando que el perro, o el zorro saque el cuerpo o parte de él , algo les dejaran para ellos. Los entierros se hacían a al caída del sol. Este astro les daba la despedida y mientras el se hundía en el mar, los otros quedaban sepultados por la suave arena que había en el lugar. Hay quienes decían que por las noches se les veía pasear por la orilla de la playa , se juntaban sentados en la arena esperando que el mar se anime a mojarles sus pies que no hacían sombra en la arena , ni dejaban huellas de su pisada. Eran los difuntos de los sanitos que la gente del poblado temía , y escuchaba gemir en noches de luna llena . Ella se cansó de llorar con cada muerto, solo aprendió una oración y la decía en cada entierro pensando que algún día lo harían igual con ella , solo que la idea no la convencía y tenía la certeza que se iría como sea , porque a ella no le gustaría se comida por perros, y ver sus huesos regados en las carreteras polvorientas , a menos que suceda sin que ella pueda evitarlo y consideraba que estaba a tiempo para ello. Le entraba cierta rabia de vez en cuando al pensar en lo que hicieron con su amigo y con ella, los habían sacado de la sociedad, los llevaron a donde se les dio la gana y ambos no eran habidos, ninguno de los dos sabían donde estaban, porque estaban en esos lugares, menos habían hecho algo malo para merecerlo. Ella pensó que ella no merecía estar allí, aunque tampoco sabía que merecía, pero por lo menos estar deambulando por la ciudad , si era su deseo. No le parecía justo que otros decidan lo que ella debe hacer y donde estar. Cuando veían televisión en los restaurantes, de la ciudad, y escuchaba que hablaban de derechos humanos sentía cólera, rabia, ganas de gritar, ...yo también soy un ser humano. Se propuso llevar una lista de los que allí morían, y lo fue anotando en una libreta que se robó del tópico de alguna enfermera .La lista iba en aumento, mes a mes, y un día comenzaron a morir de a cuatro o más, escuchó que había la epidemia del cólera. Era hora de irse, alguien había acelerado la muerte de los de los sanitos, alguien no los quería vivos, y ella sería la próxima si no salía de ese lugar que se estaba convirtiendo en un cementerio .

Un día leyó en un periódico que dejó en el comedor un auxiliar, que la Apemec, había denunciado que en Barranca estaban muriendo los pacientes y que era urgente que se investigue que está pasando. A las dos semanas notó mucho movimiento en el lugar. Comenzaron a pintar un rincón del patio , pusieron un toldo y unas sillas. Una de las barracas la hicieron baldear a los pacientes varones y no se sabe de donde aparecieron catres , colchones, ropa de cama toda nueva. Una de las oficinas la desocuparon y pusieron mesas ubicando a pacientes haciendo tejidos, bordados y a los varones les pusieron oberoles, les dieron herramientas nuevas, arreglaron los corrales y sembraron unas parcelas de verduras. Una porción de la hacienda se arregló como si fuera un espacio para una fiesta , nunca antes vieron tantas cosas nuevas , incluso la ropa que le pusieron a los pacientes tanto varones como mujeres. Ese día se olía que de la cocina salía un olor muy agradable a pollo frito, que había preparado en grandes peroles . Los barracones fueron cerrados y algunas pacientes ancianas , y otras desnutridas, las dejaron dentro para que no deambulen por el patio. El comedor fue arreglado. Se escondieron las charolas, se sacaron azafates muy elegantes, en los que se ubicaron platos y cucharas que colocaron en cada silla de los pacientes , incluyendo servilletas y manteles en todas las mesas. En el techo se colgaron globos y adornos con motivos navideños a pesar de que no era todavía la época. Los pacientes estaban extrañados, algunos miraban a los otros sorprendidos de verlos bañados y con ropas limpias, sin agujeros ni parches , algo nunca visto, lo que era motivo de mofa y risas incansables. A ella le propusieron para que sea la afitriona que recepcione a las personas que iban a llegar. Algo se tramaba , y estaba en relación a lo que había denunciado esa asociación de protección al enfermo mental crónico, de siglas Apemec. Había sido dado de baja el director del hospital y se había nombrado a uno nuevo de nombre Bojohorquez. A ella no le decía nada estos cambios, sabía que igual les iría a ellos, lo que le intrigaba era lo que pasaría en los sanitos. Era un día domingo, a las 10 de la mañana se vio una gran polvareda que envolvía en esa nube a cerca de tres camionetas , que era lo que se distinguía desde lejos. Una llamada telefónica , por la mañana había sido contestada por la enfermera , que llegaba desde el hospital , en Lima , anunciándoles que llegaban congresistas, una comitiva de la comisión de derechos humanos presidida por un congresista de la oposición. En el gobierno estaba un japonés que decía haber nacido el 28 de julio y que solía ir a las Huaringas a Bañarse para tener la protección de los brujos de esa zona. Había una guerra interna , que ellos mismos la pudieron sentir cuando un grupo de gente que se decía del grupo Tupac Amaru, llegó al centro , se llevaron todos los medicamentos del botiquín y le dieron un balazo a uno de los trabajadores. La enfermera llamó a toda su gente y colocaron a los pacientes en los lugares arreglados, unos sentados bajo el toldo, otros en laborterapia y algunos en los barracones. Ella los recibió en la puerta y luego de saludarlos los condujo hacia el rincón adornado. Estaba bien advertida de no hablar más que el saludo, y llevarlos a donde ellos le habían dicho. Su labor terminaba en el toldo. Allí se realizó un pequeño programa de bienvenida. Algunos pacientes cantaron, otros bailaron y luego los llevaron a los ambientes preparados. Todos se mostraban contentos, pasaron al comedor y los ubicaron en una mesa especial que sirvió para mostrarles la comida muy bien preparada por una cocinera del pueblo a la que solían contratar en ocasiones de fiestas entre ellos. Los pasearon por lo lugares preparados y escogieron un camino para llegar a la playa, pasando cerca de la fosa común, sin que se percataran de lo que allí realmente pasaba. Ella tuvo intención de decirle que allí morían muchos y que los tiraban a la fosa común , sin nombre ni partida de defunción. Eso fue imposible , luego de su función de recepcionista, la sacaron del ambiente, la pusieron al cuidado de dos auxiliares que la franqueaban de cerca y con la directiva de cargarla en peso para llevarla a su barraca sin que pueda decir nada a nadie. Así como llegaron , se fueron. Estuvieron para el almuerzo , comieron bien, con lo que los pacientes se beneficiaron algo, y se fueron raudamente a pasear por las playas de Guacho. Los sanitos quedaron adornados por partes , los llamaron a todos los pacientes y se les pidió que sacaran la ropa y se volvieron a poner su ropa de siempre , sucia y rota desde que llegaron a ese lugar. Allí no había lavandería para tales lujos . Lo cual la benefició porque en el 5 duro la explotaron en la famosa lavandería en la que trabajó hasta altas horas de la noche sin un pan más , menos algo de pago por su labor que incluía los días de fiestas y domingos. Todo pasó como una película, algo que fue grabado en algunas máquinas de lujo que llevaron los asesores de los congresistas . Los visitantes actuaron como verdaderos mongos, se dejaron llevar a donde los otros querían y les mostraron lo que les dio la gana. No miraron más allá, no pidieron ver lo que la Apemec denunció. Iban más de paseo que de fiscalización. Para ellos, los enfermos mentales eran tan inconsistentes como cualquier pobre extremo, al que le tenían menos consideración que a los cerdos que vieron y admiraron en sus corrales tan cebados como ellos mismos. Ella se preguntó si vinieron comer , un día de campo, lástima que la mañana no era playera, solo se contentaron con ver el mar y pisar la arena. No olieron las barracas , peor que urinarios, ni el hedor que los cadáveres dejaban sentir a pesar de la cal y la arena que reposaba sobre ellos. De haber venido de noche , los fuegos fatuos les hubieran dando la ubicación de las fosas comunes que dicen , con su luz blanca, donde están los que fueron llevados allí, sin razón ni consentimiento. Sintió impotencia, les había fallado a sus amigas, tuvo la oportunidad de decir algo y se calló, claro que la cuidaron, pero estuvieron allí, la Apemec los había movido y ella tenía que mostrarles la realidad. Le ganaron otra vez, la vencieron , la aplastaron. Recordó el poema de Vallejo sobre los pobres y su verdad en la sociedad, tan aplastados por ellos, los poderosos, en una sociedad racista, discriminadora. Le dolía tener que aceptar que esa experiencia le mostraba como era la sociedad frente a los enfermos mentales . Hoy se le hizo claro que los enfermos eran realmente enajenados, aislados, alejados de la sociedad, de los demás , que no se identificaban con ellos. Lo más grave es que a nadie les importaba si vivían, y como lo hacían, y mucho menos como morían, a donde iban al morir, que se hacían con ellos cuando dejaban de existir. Ser loco o loca en el país, era algo ya definido, para la sociedad estaban demás, tenían que mantenerlos lejos, y el que sea hacía cargo de ellos , por encargo del estado, podía hacer lo que quiera con ellos. Hasta la doctrina cristiana, decía que es el cuerpo el que se enferma, no el alma, y que se tenía que maltratar el cuerpo para liberar el alma. Por lo demás, se trata de que nadie puede torcer el designio divino. Lo que si preocupaba era que tenía, por lo menos en la edad media, que cuidar al paciente enfermo, ayudándolo a sufrir lo menos su enfermedad , ayudarlo , en última instancia, a morir bien. Claro que contra todo ello se reveló Philips Pinel, en la época de la revolución Francesa , lo que dio el inicio de la condición del enfermo mental. Luego, entre nosotros, Valdizán, fue el que dio inicio a la primera revolución psiquiátrica liberando a los enfermos de los castigos de las monjas que hasta entonces los atendían en el manicomio de magdalena. De los 90 para el siglo XXI, en adelante , la OMS, propuso un nuevo paradigma que señalaba la necesidad de lograr la inclusión social, igualdad de oportunidades y respetar sus derechos humanos, así como cambiar el paradigma nosocomial por el paradigma comunitario , y enseñar salud mental en la comunidad, en toda la sociedad. En el país, dice ella , no pasa nada, a nadie interesa todo lo que en éste siglo se hace por mandato de la OMS a favor de los enfermos mentales. Habían ocultado todo. Ella leyó la Carta de Caracas, que se publicó en un boletín de la OPS, que encontró en el comedor y que alguien había dejado tirada . Así se enteró de los cambios que se estaban dando a nivel de todo Latinoamérica y el Caribe, después de una reunión que se realizó en Caracas, Venezuela, con la participación de todos estos países. Leyó con pena, que se convirtió en rabia, que el único país que no estuvo allí fue precisamente el Perú. Se interesó por ello, comenzó a visitar el tópico donde vio unas revistas, en un estante que tenían el mismo color de la que había leído. La OPS, era la organización panamericana de salud. Sus boletines se encargaban de estos temas en todo los países de la región. La OMS , era la organización mundial de la salud, para todo el mundo. Se sintió feliz de saber que habían personas y organizaciones mundiales preocupadas por la alud mental y por los enfermos. Se puso triste porque acá no se hacía nada. Los periódicos hablaban de bombas, asaltos, coche bombas en diversas ciudades del país. Estábamos en guerra. A quien le podría interesar los problemas de los enfermos mentales.

Un día , nuevamente domingo, llegó una nueva comitiva que venía, esta vez del mismo manicomio, en su visita casi cada tres meses. Ingresó una camioneta verde , que ya conocían, y un pequeño camión . De la primera movilidad bajó primero un hombre pequeño, con gran bigote, algo calvo, menos que el anterior, con una risa parecido a la de un chivo ,beee,beee,beee.... La enfermera se le acercó , le dio un beso en la mejía . Ella escuchó que le dijo Doctor Bojohorquez y lo presentó a otra enfermera que había terminado su turno . Es un enano, pensó ella, pero parecido al boxeador que venía antes. Se mostraba algo misterioso, su risa era realmente algo nerviosa. Tras él bajó un tipo delgado, que llamaba la atención por parecerse un semáforo, en rojo. La enfermera le dijo...como esta doctor Bromley. El primero era el director y el segundo el subdirector. Todos ingresaron al tópico y conversaron. Este le preguntaba sobre el problema del cólera y como estaban enfrentándolo. La enfermera les había enviado un telegrama urgente en el que les decía que tenía más de la mitad con el cólera y que ya habían muerto más de diez. Era una gran catástrofe sanitaria , que ella tenía temor de que se le mueran todos. El tal Bojohorquez se puso pálido, y dio la orden inmediata de que suban al camión todos los que se pueda y se les lleve urgente al manicomio. El colorado comenzó a vomitar , y se puso pálido, el semáforo había cambiado, le vino un temor enorme al contagio. No estuvieron ni media hora, y salieron a toda velocidad. La nube de polvo llenó el ambiente nuevamente . Ella había escuchado todo. Pensó que era el momento de salir de allí lo más rápido posible, porque la muerte la amenazaba. Tenía que ir a la ciudad y tomar un carro, pero ello era peligroso, porque ya se había hecho conocida y la iban a detener en el control y regresar. Eran las 6 de la tarde, y decidió irse sin llevar nada. Ahora comprendía que habían varios pacientes muertos a los que los sacaron en la madrugada, sin que nadie se de cuenta. A ella, que siempre la llamaban para llevar cadáveres la habían dejado de lado y ahora era un varón el que hacía su trabajo de sepulturera y se escondía en el negro manto de la oscuridad para que todo quede en el olvido y no haya pánico entre los otros pacientes cosa que era inútil porque ya se había hecho habitual la muerte en ese lugar , nadie se agitaba vivían su rutina solitaria sin pedir explicaciones a lo que allí pasaba , su preocupación mayor era sobrevivir día a día y como no interactuaban entre ellos poco les importaba que les iba pasando a cada uno , tal vez era una táctica del centro , mantenerlos alejados para que no se confabulen contra los otros que no tenían mayor preocupación por la suerte de los pacientes, la indiferencia era total por el ser humano . Una de las barracas la habían cerrado con varias pacientes dentro a las que las consideraban ya muertas porque no podían parar la diarrea y los vómitos que las consumían. Tomó la carretera y comenzó a caminar mientras el manto de la noche se extendía sobre la ciudad y la perseguía a donde ella iba . El camino de ida a Lima es de subida, lo cual tenía que hacerlo con gran esfuerzo. Había logrado reunir algunas monedas y con ello compró panes y jugo en cartón , con lo que se fue alimentando mientras avanzaba hacia la capital. A partir de la noche instalada con su oscuridad inevitable, los ómnibus hacían rugir sus motores avisándole que allí estaban , mientras los camiones iban lentos , perezosos , que parecían orugas que se aferraban a la pista para no regresar con toda su carga o caerse al precipicio. Llegó a la zona llamada pasamayo, un pasaje pegado al cerro y cercano al barranco que lleva al mar. Una gran cola de ómnibus le dio la noticia que algo había pasado en la carretera. Se acercó sin temor y contempló un espectáculo doloroso, de hierros retorcidos y personas gritando , atrapadas entre los asientos y los demás componentes de la movilidad. La policía y los bomberos trabajaban duro para liberarlos y ella se metió en esa tarea que luego nadie agradeció. Llegó como una voluntaria y se fue de allí con las manos ensangrentadas, había cumplido un deber cívico , atendió a gente herida y nadie le preguntó quien era, y ella tampoco lo dijo, solo se dedicó a ayudar , sin esperar nada a cambio. Los bomberos se fueron, algunos la vieron como una pasajera más y eso le sirvió para subirse en uno de los ómnibus que llegaron a llevar a los heridos y aquellos que se salvaron. Así llegó a Lima sentada cómodamente en un asiento y logró dormir unas horas hasta llegar al local de las oficinas de la línea de ómnibus. Sin preguntarle quien era le pusieron en la mano un billete de 50 soles con la promesa de darle más cuando se identifique a todos los pasajeros y se les entregue la indemnización que le corresponde por ley. Ella agradeció el apoyo y se dirigió a una hostal cercana a dormir todo el día para luego ver que hacía con su vida. Durmió todo el día . Por la noche salió a buscar algo de comer . Tenía dos billetes de diez soles y con ello podía comer algo en los quiosco de la calle que ella conocía. Se atrevió a volver a su lugar de siempre, el parque universitario en el que vio que ya todo el espacio estaba ocupado por lo que se decidió a dar una vuelta para ver algún sitio desocupado más allá. Al ver que no había nada, decidió irse nuevamente a la hostal y pagar lo que le quedaba, total tenía derecho a dormir mejor que antes que para ello tenía con que pagar. Al día siguiente se levantó temprano y se fue al comedor de la plaza Manco Capac , que ya conocía para comer algo de desayuno. Algunas de sus conocidas la miraban sorprendidas, había desaparecido muchos meses y supieron de la redada , del amigo que perdió . Nadie la interrumpió. Se fue directo al parlamento, en el afán de contar que les habían engañado en el hospital los sanitos. Pidió permiso para ingresar y le pidieron papeles que ella no poseía, insistió y la rechazaron. Se quedó sentada en al banca de fuera pensando en lo que haría luego. Se le ocurrió ir a la televisión. Caminó hacia el canal cuatro , por la avenida arequipa . Llegó a la puerta y el guachimán al ver su aspecto le pidió que se vaya. Nuevamente la rechazaron , y se dirigió a radio nacional pensando que si era del estado podía serle más fácil de acceder, lo que fue contrario, le dijeron que habían muchas noticias más importantes que ocuparse de locos y sus problemas. Se había ido la mañana y el hambre llamó nuevamente al comedor popular en el distrito de la Victoria. Era día viernes . Del comedor caminó hacia la plaza San Martín y se sentó en la banca que da frente al cine metro, llamándole la atención que la cartelera hablaba de una película llamada la lista de shilder, se acercó a la entrada y pudo ver las fotos que mostraban algunas escenas de la película. Una de ellas mostraba los camiones en los que trasladaban a los judíos a las cámaras de gas en los centros de concentración de prisioneros. Las escenas eran espeluznantes , sacudían la conciencia del espectador. Mucha gente se arremolinaba para entrar a ver la película cuyo director era uno de los más célebres cineastas actuales. Ella sacudió la cabeza mientras decía en voz baja.....si supieran que yo vengo de un lugar donde igual se trata a los pacientes mentales y también se mueren , sin que nadie diga nada . Bajó las escalinatas y se perdió entre las calles de la ciudad.

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